En un sótano de la Universidad de Dinamarca del Sur, existen filas y filas de 9.479 baldes, cada uno en su interior, un cerebro humano preservado con formol.
Noticias Mundo.
En una Universidad en Dinamarca se encuentran en un sótano con 9.479 baldes en total. En ellos, se preservan cerebros humanos desde el año 1945, después de la Segunda Guerra Mundial.
Estos cerebros fueron extraídos durante las autopsias de pacientes que murieron en institutos psiquiátricos en todo el país a lo largo de cuatro décadas, hasta los 80’s.
Esta colección más grande del mundo, se realizó sin el concentimiento previo de los pacientes ni parientes.
Esta práctica se realizaba «con la esperanza de que los futuros médicos pudieran volver a examinarlos una vez la ciencia hubiera avanzado».
Entre los casi 10.000 cerebros, se encuentran 5500 cerebros con demencia, 1.400 con esquizofrenia, 400 con trastorno bipolar, 300 con depresión, etc.
El tema de los cerebros desató un largo debate nacional sobre qué hacer con esa cantidad de órganos humanos.

Movida
Al principio los cerebros estaban guardados en el Hospital Psiquiátrico Risskov, en Aarhaus, donde funcionaba el Instituto de Patología Cerebral.
De acuerdo a la BBC, la recolección finalizó en el año 1982, por motivos económicos, pues la universidad de Aarhaus se iba a trasladar a nuevos predios «sin presupuestar un espacio para la colección».
Esto hizo que el gran secreto de la comunidad cientifica saliera a la luz.
«Sabemos quiénes fueron los pacientes, dónde nacieron y cuándo murieron. También contamos con los diagnósticos que les hicieron y los informes de los exámenes neuropatológicos postmortem», explica Martin Wirenfeldt Nielsen, actual director de la colección de cerebros en la Universidad del Sur de Dinamarca en este artículo de BBC.
Sin embargo, la Universidad de Dinamarca del Sur, en Odense, aceptó albergar el conjunto de cerebros.
Ética
En torno a ello, se desató un debate ético sobre la perservación de los cerebros que se extrajeron sin el consentimiento de los pacientes y familiares.
Aunque los doctores de ese tiempo dejaron un trabajo impecable de identificación de cada uno de los cerebros, en torno a ello se desató un debate ético donde no solo la comunidad ciéntifica participó, grupos religiosos y políticos incidieron en el caso.
En ese entonces, la conversación sobre los derechos de los pacientes de con enfermedades mentales se comenzaba a plantear.
Por otro lado, desde un punto de vista ético no era recomendable mantener la colección de cerebros perservados sin el consentimiento previo de los pacientes.
Por lo tanto, se discutió destruir los órganos o inclusive enterrarlos al lado de los pacientes a los que correspondían.
Pero no había manera de identificar las tumbas de todos y se llegó a proponer hacer un entierro masivo de todos los cerebros en un solo lugar.
Decisión
Hasta hoy, en ese sentido opera el banco de cerebros de la universidad en la ciudad de Odense, lo que ha facilitado el estudio de muchas enfermedades, incluyendo la demencia y la depresión.
Sin embargo, su existencia también saca a la luz lo que era el estigmatizado tema de la enfermedad mental y la falta de los derechos de los pacientes en épocas pasadas.