Roald Dahl

Las editoriales Alfaguara y Gallimard anunciaron que no reajustarán los textos originales de Roald Dahl, autor británico de bestsellers infantiles como «Matilda», «Las Brujas» y «Charlie y la Fábrica de Chocolates», pese a las modificaciones en inglés.

Noticias Mundo.

Desde que The Thelegraph descubrió las modificaciones en los cuentos de Roald Dahl al comparar las ediciones de 2001 y 2022.

A partir del lanzamiento del artículo se ha despertado un interminable debate en redes sociales sobre revisionismo político.

Discusión en la que varias personalidades han salido a rechazar. La lista empieza desde el escritor Salman Rushdie hasta el Primer Ministro de Inglaterra, Rishi Sunak.

Rushdie afirmó en redes sociales: «Roald Dahl no era un ángel, pero esto es una censura absurda. Puffin Books y los herederos de Dahl deberían estar avergonzados».

Los libros de Dahl se han traducido a 63 idiomas y vendido más de 300 millones de ejemplares en todo el planeta.

Tras su gran acogida, es considerado uno de los autores de literatura para jóvenes más relevantes de la historia.

Las traducciones en español y francés, de la mano de editoriales como Alfaguara y Gallimarnd, han anunciado este martes que no adoptarán las modificaciones realizadas por las editoriales inglesas.

Especialmente, en España, existe un artículo partícipe en la Ley de Propiedad Intelectual que otorga al autor, entre otros, «derechos irrenunciables e inalienables».

«Exigir el respeto a la integridad de la obra e impedir cualquier deformación, modificación, alteración o atentado contra ella que suponga perjuicio a sus legítimos intereses o menoscabo a su reputación», se lee en el artículo 14.

Palabras

Entonces, los lectores no se encontrarán con pequeños cambios como por ejemplo en Matilda, donde el escritor inglés había descrito a Tronchatoro como una mujer con «una gran cara de caballo», ahora se conocería como «la cara» de la directora de la escuela Pachurralos.

En «Charlie y la fábrica de chocolate«, a Augustus Gloop desde un primer lugar se le había descrito como un niño «enormemente gordo». Sin embargo, con las nuevas ediciones inglesas se le describiría solo con la palabra «enorme».

Respuestas

«Queremos asegurarnos de que las maravillosas historias y personajes de Roald Dahl sigan siendo disfrutadas por todos los niños de hoy”, dijo un vocero de la Roald Dahl Story Company.

«Cuando se publican nuevas versiones de libros escritos hace años, no es raro revisar el lenguaje utilizado y actualizar otros detalles, como la cubierta y el diseño de las páginas» añadió.

«Nuestro principio rector en todo momento ha sido mantener los argumentos, los personajes y el espíritu irreverente y mordaz del texto original. Todos los cambios han sido pequeños y cuidadosamente meditados», finalizó.

Por su parte, Puffin Books salió a defender dichos cambios:

«Este libro se escribió hace muchos años, por lo que revisamos regularmente el lenguaje para asegurarnos de que todos puedan seguir disfrutándolo hoy».

De acuerdo con El País, la mayoría de los ajustes tienen relación con asuntos como el peso, el género, la salud mental, la violencia o la raza, con el objetivo de ser respetuosos con todas las sensibilidades.

Por ejemplo, los hombres de las nubes (Cloud-Men) en James y el melocotón gigante ahora no son hombres, sino gente (Cloud-People). Los pequeños zorros de El superzorro ahora son hembras. Una mención a Rudyard Kipling en Matilda ha sido cambiada por otra a Jane Austen.

No es la primera vez

Aunque las criticas hacia la obra del escritor británico siempre han ocurrido, la historia dice que esta no ha sido la primera vez que se imponen modificaciones por corrección política.
En la versión de 1964, los oompa-loompas de «Charlie y la fábrica de chocolate» eran pigmeos negros, esclavos que provenían de África.

Pero en ese momento fue el mismo Dahl el que hizo los cambios para que en versiones posteriores estos personajes fueran seres con la piel color naranja. Paulatinamente, se convirtieron en criaturas fantásticas.

Sin embargo, juristas y docentes ven peligrosas estas prácticas. Puesto que el autor de esas historias murió en 1990, con 74 años, y por lo tanto no pudo dar su visto bueno a estos cambios.

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