El compromiso de James Harrison con la donación permitió salvar bebés en riesgo por incompatibilidad sanguínea.
A los 88 años, James Harrison, conocido en Australia como el “hombre del brazo de oro”, falleció mientras descansaba en un hogar para adultos mayores en Nueva Gales del Sur. Su legado es inigualable: con más de 1.100 donaciones de sangre, ayudó a salvar la vida de más de dos millones de bebés en riesgo de desarrollar una enfermedad sanguínea potencialmente mortal.
Un don único que cambió la medicina
El plasma de Harrison contenía Anti-D, un anticuerpo poco común que permitió la creación de un medicamento crucial para mujeres embarazadas con factor Rh negativo. Este tratamiento previene la enfermedad hemolítica del recién nacido (HDFN), una condición que puede ser letal si el sistema inmunológico de la madre ataca los glóbulos rojos del bebé.
James Harrison, world’s most prolific blood donors – whose plasma saved the lives of more than 2 million babies – has died at the age of 88.pic.twitter.com/uTC3DyaL3v
— Interesting things (@awkwardgoogle) March 3, 2025
Motivado por las transfusiones que recibió a los 14 años tras una cirugía de pulmón, James comenzó a donar plasma a los 18 años y lo hizo cada dos semanas hasta cumplir 81 años, la edad límite en Australia.
Un héroe nacional y un récord mundial
En 2005, Harrison obtuvo el récord mundial por la mayor cantidad de donaciones de sangre, manteniéndolo hasta 2022, cuando un estadounidense lo superó. En su país, recibió la Medalla de la Orden de Australia en reconocimiento a su labor altruista.
Su hija, Tracey Mellowship, recordó que su padre siempre decía:
«Donar no duele y la vida que salves podría ser la tuya.» afirmó a la BBC.
Organizaciones médicas y la Cruz Roja Australiana Lifeblood lamentaron su fallecimiento y destacaron su impacto en la medicina moderna. Stephen Cornelissen, director ejecutivo de Lifeblood, lo describió como una persona «extraordinaria y generosa» cuyo legado continuará inspirando a futuras generaciones de donantes.
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