Con una historia de invisibilización y discriminación, ahora deben redoblar sus esfuerzos para defender sus derechos en un contexto político adverso.
Derechos Negados Latinoamérica
En un país que se ha jactado de ser el más europeo de América Latina, la comunidad afroargentina sigue luchando por visibilizar su existencia y exigir sus derechos. Sin embargo, bajo el gobierno del libertario Javier Milei, este camino se ha vuelto más complicado. La reciente disolución del Instituto Nacional Contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) ha dejado a esta comunidad sin un organismo que defienda sus intereses y combata la discriminación estructural que enfrentan.
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El cierre del Inadi: Un retroceso en la lucha contra la discriminación
El Inadi, creado en 1995, fue por casi tres décadas un espacio clave para combatir el racismo en Argentina. Fabiana Andrea Altamiranda, representante del colectivo Sawabona, resalta que el instituto proporcionaba herramientas para denunciar actos discriminatorios y promovía programas educativos sobre la identidad afrodescendiente en Argentina. “Se trabajó mucho en jornadas culturales y programas que resguardaban nuestra identidad”, señala.
Sin embargo, el gobierno de Milei consideró que el Inadi era un ente ineficiente. Manuel Adorni, vocero presidencial, justificó su cierre argumentando que no demostraba resultados tangibles y que solo servía para financiar empleos políticos. El decreto 696 de 2024 disolvió el organismo bajo la premisa de reducir el gasto público, dejando sin protección a las comunidades vulnerables.
Racismo estructural en Argentina: una realidad innegable
El racismo en Argentina no es nuevo, pero activistas advierten que el discurso del gobierno de Milei lo ha normalizado aún más. «Ahora dicen ‘negro de mierda’ sin ningún peso, como si fuera algo normal», lamenta Altamiranda. La violencia y la discriminación se han intensificado, dejando a la comunidad afrodescendiente en una situación de mayor vulnerabilidad.
El censo de 2022 identificó a 302.936 personas que se reconocen como afrodescendientes en un país de 47 millones de habitantes. A pesar de su presencia histórica, esta comunidad ha sido invisibilizada por décadas. «Ser negro en Argentina no es fácil», afirma Altamiranda. «Para enfrentarlos sin la máscara blanca se necesita mucho coraje».
Resistencia y organización comunitaria
A pesar de los obstáculos, la comunidad afroargentina sigue luchando por sus derechos. Iniciativas como el colectivo Sawabona promueven el respeto y la valoración de las raíces afro, mientras que emprendimientos como la librería Malungo, de Roberto Ruiz, buscan rescatar la historia negra en Argentina.
Ruiz, editor y librero afrodescendiente, ha experimentado el racismo de primera mano. «Mucha gente pasa por mi librería, mira y sigue de largo. Otras reaccionan con asco», relata. A pesar de estas experiencias, sigue adelante en su esfuerzo por dar visibilidad a la comunidad negra en Argentina.
Discriminación institucional: una barrera en el gobierno
El racismo también se manifiesta en el ámbito laboral y gubernamental. Un empleado de la Casa Rosada, que prefiere mantenerse en el anonimato, asegura que ha sido víctima de discriminación desde el cambio de gobierno. «Capaz que no les gustó mi cara, mi forma de ser», confiesa. Su caso refleja una realidad extendida: el racismo permea las estructuras de poder y limita las oportunidades para los afroargentinos.
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Un futuro incierto para los afroargentinos en Argentina
Con el cierre del Inadi y el creciente discurso de odio, la comunidad afroargentina enfrenta un panorama desalentador. «No tenemos quién nos defienda», afirma Altamiranda. Sin embargo, la lucha por los derechos no se detiene. «Antes sentía vergüenza, pero ahora siento orgullo», concluye.
En un país que aún niega su diversidad, la resistencia de la comunidad afroargentina es también una lucha por la memoria, la identidad y la justicia.