Los Bodega cats no solo controlan plagas: también ayudan a construir comunidad en una ciudad como Nueva York.
En la ciudad que nunca duerme, hay habitantes que, sin hablar una palabra, se han ganado un lugar en el alma de sus vecinos. Se trata de los Bodega cats, esos gatos callejeros que han hecho de las bodegas —tiendas de barrio típicas de Nueva York— su hogar y su territorio.
Aunque su presencia está técnicamente prohibida en locales que venden alimentos, por razones de sanidad, estos felinos siguen reinando entre los estantes de papas fritas y neveras de refrescos, ganándose el respeto de comerciantes y la admiración de toda una ciudad.
Mimi, Lily y Lionel: más que mascotas, celebridades locales
En el barrio de Greenpoint, Brooklyn, una gata llamada Mimi se convirtió en fenómeno viral gracias a un video de TikTok que superó los nueve millones de vistas. Desde entonces, la tienda donde vive ha visto cómo sus clientes aumentan y preguntan por ella más que por el pan del día. Sus hijas, Lily y Lionel, ya se han mudado a otras bodegas del vecindario, donde también gozan de fama y cariño.
Esta no es una historia aislada. En Instagram, miles de usuarios siguen cuentas como Bodega Cats of New York o Remy the Liquor Store Cat, donde se documentan los días y las travesuras de estos gatos guardianes. Son mascotas, sí, pero también influencers, portavoces de una vida de barrio que en pleno 2025 sigue resistiendo.
Una tradición neoyorquina con historia… y tensiones legales
Aunque los Bodega cats son parte del paisaje urbano desde hace décadas —el periodista Gay Talese ya hablaba de ellos en los años 60—, su permanencia en tiendas genera conflicto con las normativas del Departamento de Agricultura y Mercados del Estado, que prohíbe animales en espacios donde se manipulan alimentos.
Bodega cats in New York City are widely loved feline workers in the Big Apple’s convenience stores. Most store owners keep them for companionship, and as little salesmen that bring customers in and build rapport. pic.twitter.com/zPDeNHM5jI
— The Associated Press (@AP) April 4, 2025
Sin embargo, las inspecciones no siempre terminan en multas. Muchas veces, los inspectores dan plazos para corregir la situación o brindan recomendaciones. En paralelo, una petición ciudadana para proteger a los dueños de bodegas que conviven con gatos ha reunido más de 10.000 firmas, reflejando el amor de los neoyorquinos por sus felinos barriales.
Antiplagas, mascotas y símbolo de comunidad
Además de su carisma, los Bodega cats cumplen funciones prácticas: controlan plagas, reducen la presencia de roedores y ahorran el uso de productos tóxicos. Pero su verdadero poder está en el lazo emocional que generan. “Es más que una tienda, es un punto de encuentro, y ese gato es parte de la familia”, dijo Sydney Miller, una cliente habitual que viralizó a Mimi.
En una ciudad tan diversa como Nueva York, donde las culturas se cruzan en cada esquina, estos gatos representan una resistencia cálida y peluda frente a la frialdad de los códigos sanitarios. Son parte de la memoria colectiva, de esos detalles que hacen única a una ciudad.
Mientras tanto, ellos siguen ahí, dormitando entre latas de atún y cajas de cerveza, recordándonos que no todo en la vida urbana necesita estar regulado para tener valor.
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