Foto tomada por Chris J. Ratcliffe/Reuters
Foto tomada por Chris J. Ratcliffe/Reuters

A 30 metros bajo Londres, un refugio de la Segunda Guerra Mundial se transformará en un museo interactivo para los amantes de la historia

Bajo las calles de Londres, oculto durante décadas, se encuentra un laberinto subterráneo con una historia tan fascinante como desconocida. Construidos en la Segunda Guerra Mundial para proteger a la población de los bombardeos, estos túneles ahora están en proceso de convertirse en una de las nuevas atracciones turísticas más esperadas del Reino Unido.

El proyecto, que transformará estos pasadizos en un espacio interactivo y educativo, ha sido aprobado por las autoridades y contará con una inversión de 149 millones de dólares. Se espera que esté listo para recibir visitantes a finales de 2027 o principios de 2028.

Un recorrido por la historia oculta de Londres

A 30 metros bajo tierra, la red de túneles Kingsway Exchange se extiende por 1,6 kilómetros y sirvió como refugio durante los ataques aéreos alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Más adelante, tuvo un papel crucial durante la Guerra Fría, convirtiéndose en una central de comunicaciones donde incluso se estableció una línea directa entre los líderes de Estados Unidos y la Unión Soviética.

Ahora restauran este espacio subterráneo, antes inaccesible al público, para convertirlo en un museo. Según la empresa a cargo del proyecto, los visitantes podrán explorar los túneles originales y conocer los eventos históricos que ocurrieron dentro de ellos.

Más que un museo: una experiencia inmersiva

El plan para la reapertura no solo busca exhibir los túneles en su estado original, sino ofrecer una experiencia inmersiva. Habrá exposiciones interactivas, reconstrucciones digitales de los eventos históricos y espacios de entretenimiento diseñados para transportar a los visitantes a las épocas en las que este sistema subterráneo jugó un papel clave.

Angus Murray, director de London Tunnels, la empresa que lidera el proyecto, ha señalado que la restauración de este espacio podría convertirse en un ícono del turismo londinense, comparándolo con atracciones como el London Eye, que recibe más de tres millones de visitantes al año.

Se estima que la entrada costará alrededor de 30 libras (37 dólares), y se espera una afluencia similar a la de otras atracciones históricas de la ciudad.

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