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Derechos Negados Latinoamérica 

El 30 de diciembre de 2020 marcó un antes y un después en los derechos reproductivos de Argentina. Sin embargo, cuatro años después, la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo enfrenta un nuevo enemigo: el desfinanciamiento y la burocracia impulsados por el gobierno de Javier Milei.

Una conquista histórica que hoy se erosiona

En una mañana soleada de enero de 2021, las calles de Buenos Aires vibraron con una explosión de pañuelos verdes al viento. El Congreso de la Nación acababa de aprobar la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo hasta la semana 14 de gestación, un hito histórico que convirtió a Argentina en uno de los pocos países de América Latina en garantizar el aborto legal, seguro y gratuito.

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Esa imagen de mujeres abrazadas, llorando y cantando fue el retrato de una conquista largamente luchada. Pero cuatro años después, ese derecho enfrenta nuevas amenazas.

Del reconocimiento legal al obstáculo burocrático

La diputada Silvia Lospenato lo advirtió desde el inicio:

“Este es el siglo de los derechos de las mujeres. Saquemos de la clandestinidad el aborto, legislemos por la salud y la autonomía de las mujeres”.

Desde que Javier Milei asumió la presidencia en diciembre de 2023, la ley enfrenta una etapa crítica: la de los obstáculos administrativos. Aunque no hay un intento directo por derogarla, sí se evidencia una estrategia de debilitamiento.

Silvina Ramos, codirectora de REDAAS, lo explica con claridad:

“Desde licitaciones de medicamentos hasta certificaciones médicas, todo parece diseñado para frenar la política pública”.

“Mil maneras de boicotear”

La diputada Mónica Schlotthauer advierte:

“Así no tumben la ley, la pueden boicotear desde los hospitales, recortando presupuestos, desabasteciendo pastillas abortivas. Hay mil maneras de recortarlo”.

Mientras tanto, el discurso oficial busca evadir responsabilidades. Manuel Adorni, vocero presidencial, insiste en que el aborto “no es parte de la agenda del presidente”. Pero las declaraciones de Milei contradicen esa postura.

“Para mí el aborto es un asesinato agravado por el vínculo”, afirmó el presidente, alineándose con sectores conservadores.

Narrativas conservadoras en ascenso

La vicepresidenta Victoria Villarruel refuerza esta visión con declaraciones como:

“Para la cultura de la muerte los hijos son una carga y no un signo de esperanza”.

Los movimientos provida celebran lo que consideran avances:

“Milei nos dio un guiño desfinanciando totalmente las áreas del gobierno que entregaban misoprostol y otros protocolos del aborto”, dice Juan Ignacio Videla.

En Argentina las calles no se rinden

Desde las colectivas feministas, la respuesta no se hace esperar.

“Ningún derecho puede volverse para atrás”, afirma Dante, integrante de Pan y Rosas. “Si Milei no se mete con el aborto es porque sabe que al primer comentario desafortunado, las calles se llenan”.

Y así ocurre: jóvenes que no vivieron la clandestinidad marchan hoy con los pañuelos verdes como una bandera de lucha, identidad y memoria.

Entre resistencias religiosas y testimonios personales

La Iglesia Católica ha redoblado su ofensiva. Desde los púlpitos y los llamados “retiros espirituales de sanación”, promueve la idea de que el aborto deja heridas en el alma.

“Esta ley hay que sacarla, porque no se puede matar el alma”, dice Débora, ama de casa en Mendoza.

Un derecho bajo asedio

En la Argentina de Milei, el aborto legal ya no es solo una conquista celebrada. Es un derecho que se defiende cada día frente a recortes, discursos y trabas. Porque como recuerdan quienes ondean los pañuelos verdes:

“No pasarán.”

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