Miles de nicaragüenses exiliados enfrentan la incertidumbre del retorno forzado. Pablo Cuevas alerta sobre el riesgo y la urgencia de protección.
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Pablo Cuevas, defensor de derechos humanos, alerta sobre el temor de miles de nicaragüenses exiliados que hoy enfrentan el riesgo de ser expulsados o devueltos a un país que los persigue
En Nicaragua les arrebataron la patria. Fueron despojados de su nacionalidad, sus bienes, su libertad y su derecho a vivir sin miedo. Hoy, muchos de esos exiliados nicaragüenses que lograron llegar a Estados Unidos buscando refugio, enfrentan un nuevo temor: el posible retorno forzado a un país donde los espera la cárcel, el despojo o el exilio interno.
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Pablo Cuevas, reconocido abogado y defensor de derechos humanos -exasesor legal de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH)-, conoce esa historia en carne propia. En 2022 tuvo que salir del país por amenazas directas del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. En entrevista, Cuevas revela la situación crítica que atraviesan miles de nicaragüenses en el exilio: “Nos obligaron a huir, nos quitaron incluso el derecho a tener una nacionalidad, y ahora muchos compatriotas viven con el miedo de ser deportados, detenidos o enviados a países donde ni siquiera tienen redes de apoyo”.
Un millón de nicaragüenses en EE. UU.: muchos viven en la sombra
Según estimaciones migratorias, hay cerca de un millón de nicaragüenses viviendo en Estados Unidos. Una cifra creciente desde la ola represiva de 2018, cuando el gobierno nicaragüense intensificó la persecución a estudiantes, periodistas, religiosos, empresarios y defensores de derechos humanos. Miles han solicitado refugio o asilo, amparados en tratados internacionales, pero no todos han recibido una respuesta positiva.
Cuevas denuncia que actualmente muchos viven prácticamente escondidos, sin estatus legal claro, evitando salir más de lo necesario. “No quieren que los vean. Algunos no van a citas médicas, otros no buscan trabajo formal. Tienen miedo de caer en una redada migratoria, de ser detenidos y devueltos a un país donde ya no tienen nada. Ni casa, ni documentos, ni garantías”.
El riesgo silencioso de las nuevas políticas migratorias
La amenaza no solo viene del país que dejaron atrás. Las nuevas políticas migratorias del presidente Donald Trump, que incluyen el reforzamiento de controles fronterizos, aceleración de procesos de expulsión y acuerdos de tercer país seguro, han encendido las alarmas entre quienes aún esperan una resolución a sus casos.
Cuevas advierte que existe una doble vulnerabilidad: “Muchos de los exiliados fueron declarados apátridas por el régimen. Ya no tienen documentos nicaragüenses. Si los deportan, no hay garantía de que Nicaragua los reciba. Y si entran, podrían ir directo a una celda o al destierro interno”.
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Organismos de derechos humanos dentro y fuera de Estados Unidos han comenzado a movilizarse para garantizar protección internacional a estas personas, pero los procesos son lentos y la incertidumbre cotidiana pesa más.
La reconstrucción a la sombra del miedo
Desde el exilio, algunos nicaragüenses han empezado de cero. Trabajan en lo que pueden, apoyan a familiares en Nicaragua, o colaboran en redes de solidaridad. Pablo Cuevas fundó en Miami la Defensoría Nicaragüense de Derechos Humanos, que brinda asesoría legal y acompañamiento a exiliados en riesgo. “Hacemos lo que podemos, pero la situación es enorme. Hay familias enteras, madres solas con hijos, profesionales que allá eran líderes comunitarios y aquí están limpiando casas o durmiendo en sótanos”.
El llamado de Cuevas es claro: “No se puede tratar igual a un migrante económico que a una persona perseguida por su pensamiento. Esta gente está huyendo de una dictadura. Necesita protección. Merece justicia”.
Aquí la entrevista con Pablo Cuevas: